miércoles, 14 de abril de 2010

¿QUÉ ES LA XEROJARDINERIA?

La Xerojardinería es el diseño de jardines de calidad que conservan agua y protegen el medio ambiente. Con la puesta en práctica de siete principios de sentido común, usted puede crear un jardín exuberante y hermoso que le ahorre tiempo, dinero y energía y que evite la contaminación y el derroche del agua.

1. Comience con un plan. Tenga en cuenta el tipo de suelo, el drenaje, la disponibilidad de agua y el paisaje. Considere cómo se usará el espacio—para juegos, atención de invitados, jardines, almacenamiento, etc. Planee tener áreas que requieran diferentes cantidades de agua—riego a mano, riego frecuente, riego ocasional y lluvia. Prepare un plan que pueda ponerse en práctica en fases, según lo permita su tiempo y su presupuesto.

2. Analice y mejore la tierra. Comuníquese con la Oficina de Extensión del condado o con su vivero local para que examinen su suelo. La mayoría de los terrenos se beneficiarán del uso de materia orgánica como el abono. Esto mejorará el drenaje, la penetración de la humedad y la capacidad del terreno de retener agua.

3. Use las áreas con césped para fines prácticos. El césped, por lo general, necesita más agua que cualquier otra planta del jardín. Piense cómo utilizará el área y si el césped es la mejor opción. Puede que lo sea, pero las plantas de sotobosque, los arbustos, una terraza o un patio podrían ser mejor en algunos casos.

4. Seleccione plantas apropiadas. Utilice plantas nativas o resistentes a la sequía tanto como sea posible. Hay cientos de plantas hermosas que crecen de forma natural con la cantidad de lluvia que recibimos en el norte de Texas, así que raramente necesitan riego adicional una vez que se arraigan.

Sin embargo, si tiene una planta preferida que necesita mucha agua, adelante, úsela. Simplemente colóquela con otras plantas que consuman mucha agua.

5. Riegue de forma eficiente para aprovechar cada gota. Observe si las plantas necesitan agua y riéguelas sólo cuando sea necesario. Cuando riegue, hágalo con suficiente agua en las raíces. Esto ahorrará agua y ayudará a la planta a desarrollar raíces más saludables, lo que aumenta su probabilidad de sobrevivir en los veranos cálidos y en los inviernos fríos. Riegue temprano en la mañana cuando haya poco sol y poco viento.

Los aspersores que se conectan a las mangueras más eficientes lanzan gotas de agua grandes cerca del suelo. Cuando se usan aspersores de rocío o aspersores que arrojan agua hacia arriba, con frecuencia el agua se evapora antes de llegar al suelo. Las mangueras de remojo son baratas, fáciles de instalar e ideales para los lechos de plantas. El riego por goteo aplica agua lentamente justo sobre las raíces de las plantas.

6. Utilice cubiertas vegetales para conservar el agua y disminuir el crecimiento de la maleza. Las cubiertas vegetales reducen la pérdida de agua en el terreno y la erosión. Algunos tipos de cubiertas vegetales comunes incluyen la corteza de pino, el ciprés triturado, las cáscaras de nuez pacana, las cáscaras de semillas de algodón, las hojas de abono, el cedro triturado y la hierba de jardín desmenuzada.

7. Haga un buen mantenimiento. Los jardines xerófilos necesitan menos mantenimiento que los jardines tradicionales. Pero un jardín bien mantenido es más fuerte y puede soportar mejor la sequía, la congelación y los problemas de plagas. Revise una vez al año si las plantas leñosas, como árboles o arbustos necesitan podarse. La madera muerta, enferma o dañada puede ser retirada en cualquier momento. Las plantas de floración perenne pueden necesitar una poda frecuente para estimular el florecimiento y mantener una apariencia limpia. Retire la mala hierba a fin de que no compita por el agua de otras plantas. Eleve la altura de la cortadora de césped de modo que las cuchillas de césped no dañen las raíces.

Fertilice con moderación. Demasiado fertilizante aumenta la necesidad de agua de las plantas y puede ser lavado por la lluvia, lo que contamina nuestros ríos y arroyos. Deje sobre la hierba los restos de césped cortados como fertilizante natural.

jueves, 8 de abril de 2010

7. Selección de las especies vegetales:

Aunque por definición la palabra xerojardinería significaría una jardinería seca o austera, en realidad no significa eso exactamente, sino una jardinería que procura el ahorro de agua, cosa que se consigue teniendo en cuenta los principios en los que se basa, especialmente en lo concerniente al empleo de plantas adaptadas a las condiciones del lugar y que consuman poco agua.

En general, a la hora de seleccionar los elementos vegetales de cualquier diseño hemos de tener en cuenta una serie de criterios, que se reflejan en el siguiente cuadro:
Criterios básicos para seleccionar las plantas
Criterios medioambientales:

- Adaptación al clima
- Requerimientos edafológicos e hídricos
- Resistencia a plagas y enfermedades y a la polución
- Necesidades de sol o sombra

Criterios paisajísticos:
- Porte y forma
- Tasa de crecimiento y desarrollo
- Textura
- Color y estacionalidad

7.1. Criterios medioambientales
Estos factores afectan a la salud de las plantas y pueden comprometer seriamente su cultivo si no son tenidos en cuenta, lo que podría traer consigo el fracaso de nuestro diseño.

7.1.1. Adaptación al clima
Las plantas, como seres vivos que son, se comportan ante el clima de formas muy diversas y que dependen de numerosos factores, por lo que su encasillamiento en grupos definidos en cuanto a su resistencia al frío, que es uno de los principales factores limitantes para su cultivo, es una tarea algo complicada.

Ahora bien, sin duda es posible hacer grupos en función de su tolerancia a unos mínimos de temperaturas por debajo de los cuales su cultivo comienza a ser problemático, deteniéndose el crecimiento, sufriendo daños, en ocasiones irreversibles, o llegando a la muerte.

Por todo ello, para encasillar a las plantas ornamentales en grupos en relación con su resistencia al frío, se han definido las denominadas zonas de rusticidad, basadas en la media de las temperaturas mínimas absolutas alcanzadas durante un período de años lo suficientemente amplio.

7.1.2. Requerimientos edafológicos e hídricos
El suelo es un sistema complejo y dinámico con cuatro componentes básicos:

a) Materia inorgánica o mineral, formada por piedras, arena, limo y arcilla. La proporción en que se encuentran cada uno de estos materiales define la textura de un suelo y la forma en que se agregan definen su estructura.

b) Materia orgánica, formada por materia en descomposición y organismos vivos, que aportan nutrientes, mejoran la estructura del suelo y ayudan a mantener la humedad y la fertilidad.

c) Aire, que se mueve a través de los poros, proporcionando oxígeno a las raíces. Cuanto más compacto es un suelo peor es su estructura y menor es su porosidad.

d) Agua y nutrientes en disolución, que también se mueve a través de los poros, afectándole de igual forma negativamente la compactación.

Una buena textura y estructura con una porosidad adecuada incide de manera notoria sobre el desarrollo de las plantas.

Un suelo ideal sería aquel que tuviera un 45 % de materia inorgánica, 5% de materia orgánica, 25 % de agua y 25 % de aire, pero eso rara vez se cumple, y menos en nuestras ciudades, donde los suelos están muy alterados, empobrecidos y compactados.

Otro factor importantísimo que influye en el éxito o fracaso del cultivo de una especie es el pH, que mide la acidez del suelo y afecta a la disponibilidad de nutrientes y actividad microbiana.

La mayor parte de las plantas ornamentales vegetan bien en un rango de pH entre 6 y 8.

La presencia de cloruros y carbonatos, principalmente de sodio y calcio, puede ser igualmente un problema pues alteran el pH y la disponibilidad de nutrientes, causando problemas osmóticos en las raíces, lo que se traduce en un empobrecimiento de la vegetación.

Las características de un suelo pueden ser modificadas mediante labores de fondo, enmiendas, estercolados, instalación de drenajes, etc.

Pero como estas modificaciones pueden resultar excesivamente caras cuando se trata de grandes superficies, puede ser más recomendable en ciertos casos utilizar especies que se adapten bien a las condiciones existentes.

En cuanto al agua sabemos que las plantas funcionan como un complejo hidráulico, bombeándola desde las raíces hasta todas las células de su organismo; cuando el agua escasea o falta suele apreciarse una disminución de turgencia en sus tejidos, siendo ello especialmente visible en las hojas, que decaen y languidecen.

Pero no todas las plantas tienen las mismas necesidades hídricas, pues las hay tolerantes a circunstancias muy variables; en general podemos decir que las plantas propias de climas mediterráneos, adaptadas a una insolación intensa y a la escasez de precipitaciones, son muy adecuadas para la xerojardinería y la jardinería pública en general debido a su rusticidad.

7.1.3. Resistencia a plagas y enfermedades
Existen plagas y enfermedades, a veces muy dañinas, que afectan de una manera especial a ciertas especies de plantas, como por ejemplo la antracnosis en el plátano de sombra, la grafiosis en los olmos, el fuego bacteriano en muchas rosáceas, el oidio en rosales y evónimos, etc.

Hemos de tener en cuenta esta circunstancia para utilizar estas especies con precaución y, sobre todo, tratar de buscar la mayor diversidad posible.

Si utilizamos solo 2 ó 3 especies de árboles para las calles de nuestra ciudad corremos el riesgo de que una plaga o enfermedad acabe con gran parte de ellos, lo que nunca ocurriría si utilizamos 15 ó 20 especies diferentes.

Hay que decir que la resistencia natural de las plantas al ataque de plagas o aparición de enfermedades disminuye si otras necesidades vitales no son satisfechas, como la falta de luz, suelos pobres y compactados, carencia de nutrientes, etc.

7.1.4. Resistencia a la polución
La atmósfera de nuestras ciudades, especialmente las de gran densidad de población, sufre una contaminación importante, siendo más alta en puntos concretos con mucho tráfico rodado y en las áreas industriales.

No todas las plantas resisten de igual forma estas circunstancias, ya que la polución va depositando sobre sus hojas una fina capa de partículas que puede llegar a disminuir o inhibir su función clorofílica.

Normalmente los efectos de la contaminación atmosférica en las plantas incluyen "quemaduras" en las hojas, caída prematura del follaje, amarillamientos y clorosis, detención del crecimiento, aborto de la floración, etc., siendo los síntomas a menudo parecidos a los producidos por deficiencias nutricionales o ciertas enfermedades.

Existen dos clases de contaminantes atmosféricos, los primarios, que son emitidos directamente por la fuente emisora, como los aerosoles o partículas en suspensión, óxido de azufre, óxido de nitrógeno, hidrocarburos, monóxido de carbono, etc., y los secundarios, que se forman por la reacción de los contaminantes primarios con los componentes naturales de la atmósfera, como el ozono, cetonas, aldehídos, peróxido de hidrógeno, nitrato de peroxiacetilo, sulfatos, nitratos, etc.

Todas las plantas no presentan el mismo grado de resistencia frente a la polución atmosférica, debiéndose tener en cuenta este aspecto especialmente cuando se diseñan zonas verdes en zonas industriales o centros urbanos con mucha densidad de tráfico.

7.1.5. Necesidades de sol o de sombra
La mayoría de las plantas gustan de una exposición soleada o con ligera sombra; muchas toleran la sombra durante ciertas horas al día, y algunas gustan de la sombra total, es decir, no toleran la acción directa de los rayos solares, aunque ello no significa necesariamente ausencia de luz, pues a menudo requieren de buena iluminación, como el caso de muchas de nuestras populares plantas de interior.

Este aspecto debe conocerse para ubicar las plantas en las situaciones y exposiciones más convenientes.

De una forma general, las exposiciones orientadas al norte son más frescas y reciben menos insolación, justo todo lo contrario de las exposiciones orientadas al sur.

Es importante a la hora de realizar un diseño, especialmente cuando la zona a tratar se encuentra entre edificaciones, definir un plano de sombras, pues de esta forma tendremos claro donde ubicar las diferentes especies en función de sus mayores o menores necesidades de luz y sol.

7. 2. Criterios paisajísticos
Estos factores afectan al diseño y normalmente no repercuten en la salud de las plantas, pero no tener en cuenta el crecimiento y desarrollo podría influir con el tiempo en la calidad estética de las plantas y, en ciertos casos, en una disminución de su vigor natural, bien por la competencia con otros vegetales o con las edificaciones circundantes.

Algunos ejemplos de xerojardinería
7.2.1. Porte y forma
Uno de los mayores atractivos de las plantas son sus floraciones, pero raras veces éstas ocurren a través de todo el año, existiendo períodos, más o menos largos, en que la planta carece de ese atractivo.

Por ello, la forma y la textura son otros de los aspectos a tener en cuenta a la hora de seleccionar las especies.

El porte y la forma de las plantas vienen determinadas normalmente por el tallo y su forma de ramificar.

Existen tallos herbáceos, normalmente verdes y flexibles, y tallos leñosos, lignificados, rígidos y cubiertos de una corteza.

Los vegetales herbáceos normalmente no alcanzan mucha altura, como las plantas anuales, bulbosas o gramíneas; las plantas leñosas soportan mayor peso y sus tallos pueden alcanzar considerables alturas, como los árboles, arbustos y plantas trepadoras.

En cuanto a la forma, definida normalmente por la manera de ramificar los tallos, éstas pueden ser columnares, cónicas, rectangulares, aparasoladas, lloronas, redondeadas, postradas, piramidales, etc.

Hay plantas leñosas que admiten bien las podas y los recortes, por lo que podemos darles artificialmente la forma deseada, constituyendo un caso extremo la topiaria.

Este tipo de plantas y el uso de estas técnicas son propios de los jardines formales, más geométricos y arquitectónicos, mientras que los jardines informales y paisajistas, imitando en cierto modo a la Naturaleza, dejan al vegetal desarrollarse de una forma lo más natural posible.

7.2.2. Tasa de crecimiento y desarrollo
Otro aspecto a tener en cuenta a la hora de seleccionar las plantas, especialmente importante en el caso de arbustos y árboles, es la velocidad de crecimiento y el desarrollo que puede alcanzar cada una de las especies.

Con frecuencia vemos plantaciones en las que no se han tenido en cuenta estos factores, y lo que en un principio aparentaba cierta armonía, con el paso del tiempo se iba convirtiendo en una vegetación caótica en la que los vegetales competían unos con otros por el espacio, estorbándose mutuamente, o en la que se iban perdiendo las proporciones al tener las diferentes especies utilizadas velocidades de crecimiento y/o portes muy dispares.

En ocasiones, y de una forma deliberada, se pueden realizar plantaciones con una densidad mayor de la aconsejable, pero con el paso del tiempo, y a medida que se van desarrollando las plantas, deben realizarse entresacas, manteniendo, de esta forma, el espacio vital necesario para cada una de las plantas.

7.2.3. Textura
La textura de las plantas viene dada por la forma, tamaño, disposición y características de sus hojas, definiendo la superficie de las zonas ajardinadas y creando contrastes, ya que las superficies lisas y brillantes reflejan la luz, mientras que las rugosas o afieltradas la absorben.

El uso de una misma textura, por tanto, produce monotonía, mientras que su diversidad crea un interés visual.

La textura normalmente va íntimamente ligada al color, percibiéndose ambos conjuntamente.

En cuanto al tacto, la textura de las hojas puede ser lisa, rugosa, pubescente, tomentosa, escamosa, etc.

Además de ello las hojas pueden tener consistencia herbácea, papirácea o coriácea, la lámina puede ser plana u ondulada, y su forma, tamaño y nerviación pueden ser muy variables.
En cuanto a su disposición en el tallo pueden ser opuestas, alternas, verticiladas, arrosetadas, imbricadas, etc.

Todo ello supone, pues, que contemos con infinidad de posibilidades a la hora de realizar combinaciones de diferentes texturas para lograr contrastes de lo más diverso.

En el caso del arbolado, la textura de las cortezas de sus troncos puede tener igualmente cierto interés ornamental, pues las hay de muchísimas tonalidades, lisas, rugosas, escamosas, fisuradas, fibrosas, reticuladas, que se desprenden en tiras o placas, etc.

7.2.4. Color y estacionalidad
Menos importante que la forma y textura de las plantas es el color, aunque realmente percibamos formas, texturas y colores al mismo tiempo.

Quiere ello decir que es mucho más importante tener en cuenta la perfecta armonía entre formas y texturas que los colores.

El color llena nuestras vidas y excita los sentidos, pudiendo afectar nuestro estado de humor e incluso nuestros sentimientos, tranquilizando o emocionando nuestro espíritu.

Diverso colorido de las hojas de las plantas
El color puro en el jardín no existe, ya que su percepción depende de las formas y texturas; es algo cambiante, tanto a lo largo del día, con el ángulo de incidencia de los rayos solares, como a través de las diversas estaciones.

Por otro lado, los rayos del sol no inciden de igual forma en todas las latitudes y, por tanto, los colores se perciben de diferente manera, siendo más intensos a medida que nos acercamos a los trópicos.

El círculo cromático, compuesto de 12 colores básicos y basado en los colores del arco iris, puede ayudarnos a entender mejor las teorías del color, que nos serán de suma utilidad en nuestros diseños.

Los colores en cuya composición interviene el azul se denominan "fríos", mientras que reciben la denominación de "cálidos" aquellos en cuya composición interviene el rojo o el amarillo.

Son colores primarios aquellos que no pueden obtenerse por la mezcla de ningún otro.

Son tres, el amarillo, el rojo y el azul.

Se denominan colores secundarios los obtenidos por la mezcla de dos colores primarios a partes iguales.

Son tres, el verde (amarillo + azul), el violeta (rojo + azul) y el naranja (amarillo + rojo).

El verde es el color más importante en jardinería, pues domina gran parte del paisaje.
Es un color que reconforta e inspira tranquilidad. Por si solo, con su infinidad de matices, unido a diferentes portes y texturas, puede constituir todo un variado jardín, como en el caso de las coníferas.

Los verdes oscuros dan sensación de profundidad, mientras que los verdes brillantes dan sensación de luminosidad.

Diverso colorido de las flores de las plantas
Un tercer grupo lo constituyen los colores terciarios, que se obtienen al mezclar en partes iguales un color primario con el secundario más cercano del círculo cromático.

Por ejemplo:

violeta+ rojo = púrpura o violeta rojizo
amarillo + naranja = dorado o amarillo anaranjado, rojo + naranja = escarlata o rojo anaranjado, etc.

Son quizás los colores más abundantes en la naturaleza.

Sabido es que las hojas de muchas especies de árboles y arbustos caducifolios toman bellas coloraciones otoñales que desde el punto de vista paisajístico son muy interesantes.

Ello se debe a la presencia y acción de ciertas fitohormonas inhibidoras del crecimiento que en el otoño, cuando los días van siendo más cortos, aumentan su concentración frente a las fitohormonas estimuladoras del crecimiento, produciendo la ralentización y parada del vegetal, que entra en reposo.

Estas hormonas vegetales son el etileno y el ácido abscísico.

Cuando estas hormonas alcanzan su mayor concentración, la clorofila desaparece y comienzan a resaltar otros pigmentos, como los carotenoides que le dan a la hoja las tonalidades amarillas y anaranjadas, y las antocianinas, que le dan las tonalidades rojizas.

Más tarde, estas mismas fitohormonas serán las responsables de la abscisión del pecíolo, con lo que la hoja cae.

El diseñador debe ser conocedor de estas características y sacarle el máximo partido posible.

Flora autóctona vs. flora alóctona
Una polémica siempre presente, defendida con obcecación por algunos, es la de la utilización de la flora autóctona frente a la flora alóctona.
Estamos de acuerdo en ello, puesto que la flora autóctona siempre está mejor adaptada a las condiciones del lugar, pero la jardinería, que entre otras cosas busca la ornamentación, no siempre dispone en la flora autóctona de las plantas adecuadas para ciertos fines o ciertos efectos estéticos, teniendo que obtenerlas de otras floras lejanas.

Pero la introducción con fines ornamentales de plantas procedentes de otros territorios, puede tener sus peligros cuando se hace de forma incontrolada, puesto que ciertas especies son potencialmente invasoras.

Es el caso de Nicotiana glauca, Pennisetum setaceum, etc., actualmente extendidas por todo el mundo.

En áreas naturales las plantas invasoras pueden reducir el hábitat para especies nativas y amenazadas, compitiendo con éstas, a veces con ventaja, por su facilidad de adaptación.

En otras ocasiones, esas plantas foráneas pueden ser la fuente de introducción de insectos que se constituyen en fuertes plagas, como el caso del "taladro del geranio" (Cacyreus marshalli), extendido por toda España, o de la "mosca blanca" (Aleudoricus dispersus) que tan gravemente afecta a muchos cultivos ornamentales en las Islas Canarias.

Selección de plantas recomendadas para xerojardinería

En líneas generales son aptas para las xerojardinería las plantas de climas mediterráneos, es decir, las autóctonas de nuestro entorno Mediterráneo, de la zona de Chile Central, de la región del Cabo en Sudáfrica, del sur y sudoeste de Australia y de gran parte de California, pues son zonas que comparten muchas características climatológicas y sus plantas han sufrido adaptaciones similares.
Además de éstas, la mayor parte de las plantas denominadas crasas, normalmente originarias de zonas con baja pluviometría, son igualmente interesantes y apropiadas.

Gran parte de la vegetación propia de climas mediterráneos y de otras zonas áridas comparte caracteres tales como abundancia de especies arbustivas de hoja perenne y de plantas anuales...

Hojas reducidas, cutículas céreas, presencia de tomento o escamas, etc., y en casos extremos presencia de espinas, órganos reservorios de agua, ausencia o transformación de las hojas, sistemas radiculares muy potentes, etc.

Todos estos caracteres responden a una finalidad, que no es otra que el aprovechamiento máximo del agua.

6. Mantenimiento adecuado:

Un xerojardín, además de ahorrar agua debe ser respetuoso con el medio ambiente, por lo que la aplicación de productos químicos debe ser la justa y necesaria, tanto en lo concerniente a los abonados como a la lucha contra plagas y enfermedades.

Las podas exigen un mayor consumo de agua a las plantas, por lo que habrán de ajustarse a las mínimas necesarias.

Una plantación en la que se han respetado las distancias acordes con los portes que alcanzarán las plantas exigirá menos podas.

5. Protección del suelo mediante mulching:

El uso de mulching o de plantas cobertoras ofrece ciertas ventajas: disminución de la erosión, conservación de la humedad, reducción de la compactación, aumento de la temperatura del suelo y disminución de malas hierbas, además de un buen aspecto estético.

En el caso de mulching de naturaleza orgánica, en su descomposición aporta mejoras al suelo.
Existen numerosos materiales que pueden utilizarse con este fin, siendo los más empleados y conocidos la corteza de pino entre los de naturaleza orgánica y los áridos y gravas de diversos colores y calibres.

4. Instalación de sistemas de riego eficientes:

Las causas de un alto consumo de agua se deben a menudo al tipo inadecuado de instalación y a un bajo mantenimiento, con pérdidas innecesarias.

En xerojardinería se utilizan sistemas de riego eficientes, como son los de microaspersión y goteo.

Últimamente se está imponiendo el sistema de riego por goteo enterrado y el uso de aguas regeneradas.

En xerojardinería, además de un sistema de riego adecuado, es necesario agrupar las plantas por necesidades hídricas similares.

3. Reducción de las zonas de césped:

Como es lógico, en un jardín basado en el ahorro de agua no deben incluirse grandes superficies de césped, sino las justas y necesarias, normalmente en aquellas zonas más vistosas del jardín y que estarán englobadas dentro de la hidrozona principal.

Hay que tener en cuenta que una pradera de césped, además de un alto consumo de agua, lleva consigo un mantenimiento intensivo y costoso, y en la xerojardinería se busca, además de un ahorro de agua, un ahorro de recursos, tanto materiales como humanos.

Al margen de ello, en las praderas que se establezcan deberán emplearse especies cespitosas con baja demanda de agua y se deberán utilizar sistemas de riego eficientes y muy controlados.

2. Estudio del suelo:

Como en cualquier otro proyecto de jardinería bien realizado, se realizará un estudio de la textura y estructura del suelo y se harán enmiendas si son necesarias o factibles económicamente.

De igual forma se hará un análisis químico del suelo determinando, entre otras cosas, su pH.

Si fuese necesario y permisible se harán las enmiendas adecuadas, aunque es mucho más económico seleccionar las plantas adecuadas al pH existente.

Se tomarán muestras del subsuelo y de la capa superior, ya que el desarrollo radicular se realizará en zonas muy diferentes entre las plantas herbáceas y las plantas leñosas.

El conocimiento de todos estos datos nos permitirá tomar decisiones de abonados y/o estercoladuras de fondo que mejoren la estructura del suelo, así como la selección de aquellas especies adecuadas a las características del suelo.

1. Planificación y diseño:

Como cualquier otro diseño de jardín, el paso más importante y previo a todo lo demás es la minuciosa planificación, para lo que hay que reunir el máximo de información posible relativa a la orientación del terreno, dirección de vientos dominantes, clima de la zona, situación de vías de comunicación, disponibilidad de agua, estudio del terreno y características del suelo (textura y estructura), infraestructuras existentes o próximas, vegetación circundante, perspectivas y puntos de vista, alineaciones, usuarios a los que va destinado el jardín y funcionalidad de éste, etc.

Es obvio pensar que cuantos más datos manejemos y tengamos en cuenta, menos cosas quedarán al azar o a la improvisación, tan frecuente en este país.

Pues bien, teniendo en cuenta todo lo dicho, y sabiendo que la principal finalidad de un xerojardín es el ahorro de agua, haremos la selección de especies vegetales que cumplirán las diversas funciones (tapizantes, pantallas, alineaciones, borduras, etc.), pero siempre eligiendo plantas eficientes en agua, tratando asimismo de agruparlas en zonas con similares necesidades hídricas (hidrozonas).

El tema de la selección de plantas se desarrolla en el apartado 3.